Hoy les quiero invitar a reflexionar un poco sobre el uso y reproducción de palabras, frases o creencias que hemos encontrado en nuestro vivir sobre las personas con discapacidad y plasmar la importancia de desligar estas mismas para un mundo más inclusivo y abierto a la diversidad.
Es común que en nuestro día a día reproduzcamos las frases más comúnmente escuchadas para referirnos a la población con discapacidad y su vivir. Aquellas que han estado impregnadas alrededor de los años y que han formado lo que hoy se piensa, se juzga y se cree de las personas con discapacidad. Muchas veces sin darnos cuenta o sin el propósito, damos forma a la realidad y sociedad con la que se enfrentan.
Nuestras palabras moldean la realidad en la que vivimos, la manera en que vemos nuestro entorno y cómo accionamos hacia todo lo que se encuentre en este mismo.
Debido a esto, las falsas creencias o los conocidos “mitos” acerca de las personas con discapacidad en general, han influido en cómo se incluyen, o más bien, excluyen de la mayoría de ámbitos sociales. En esta ocasión resalto aquella esfera completamente olvidada e invalidada: la sexualidad.
Creo yo, que la mayor parte de la población hemos escuchado la popular frase “son personas demasiado sexuales” o más bien, “son niñ@s etern@s, son asexuad@s”. Siempre algo similar, que, sin embargo, entre ellas mismas se contradicen.
Las creencias que generamos alrededor de la población con discapacidad impactan de manera directa o indirecta las diferentes esferas de su vida, ya que como sociedad somos quienes interponen las barreras para que se puedan desenvolver y acceder a diferentes situaciones.
Es de suma importancia resaltar aquí nuevamente la diversidad en la que vivimos, la individualidad de cada ser, porque es imposible partir de un pensamiento homogéneo e igualitario para todas aquellas personas con discapacidad y plantear una inclusión real e integral en los diferentes ámbitos de la sociedad, más aún cuando se tiene tan generalizado las expectativas de esta población.
La sexualidad no se vive de una sola forma, no se expresa de una sola manera ni se piensa de modo idéntico. Alrededor de todas y todos existe un sin fin de posibilidades. Por lo tanto, al replantear la existencia de las características individuales de cada persona en este mundo, modificamos nuestros prejuicios, creencias o estereotipos adquiridos durante nuestra vida.
No todo lo que pensamos, decimos o reproducimos es certero y es variable según la persona, pero las palabras nos pueden demostrar al final lo que construimos gracias a ellas.
Los constructos sociales perpetuados y aprendidos han de derribarse con el fin de dar paso a un colectivo empoderado, al mando de sus deseos y en pertenencia de sus propias vidas.
Les invitamos a ser parte de esta nueva columna con sus ideas, preguntas, comentarios o temas que les gustaría abarcar. Sus opiniones son fundamentales para seguir creciendo en conjunto y poder llegar a cambiar la perspectiva actual de la sexualidad y discapacidad.
Por Mónica Rojas
Lic. Educación Especial
Columnista Palante
www.PaLanteCR.com